La conmiseración con los animales está íntimamente ligada con la bondad de carácter, de tal suerte que se puede afirmar seguro que quien es cruel con los animales, no puede ser buena persona. Una compasión por todos los seres vivos es la prueba más firme y segura de la conducta moral.
Arthur Schopenhauer
Turco era un perro vagabundo. Este labrador andaluz fue encontrado por un grupo de soldados con una gran herida en el cuello hecha para sacarle el microchip. Andaba muy flaco, con toda clase de parásitos, tenía el hocico lastimado, estaba tan traumatizado que se había olvidado de ladrar. Los soldados se lo llevaron al cuartel y uno de ellos se enamoró del perro y terminó llevándoselo a casa.
A pesar de todo el cariño que le daba su ama, el perro seguía sin poder ladrar. Un día, un bombero del grupo de rescate lo vio y se dio cuenta de que tenía madera de perro de rescate. Le pidió permiso a su dueña para realizarle una prueba. Ella se lo concedió pero le impuso tres condiciones: que si no superaba las pruebas se lo devolvieran, que no le cambiaran el nombre y que cada vez que viajara a esa ciudad pudiera verlo.
A los 15 días la llamaron para avisarle de que Turco ya ladraba y de que había comenzado los entrenamientos de rescate en los edificios con muy buen éxito. Le enseñaron los distintos olores y cómo llegar a las víctimas. Con la catástrofe de Haití, Turco tuvo su prueba de fuego. SALVÓ 18 VIDAS, entre los rescatados se encontraba RedjesonHausteen Claude, un niño de dos años. El pequeño haitiano llevaba dos días bajo los escombros. En unos meses, Turco pasó de ser un vagabundo a convertirse en el orgullo de un cuerpo de bomberos.
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