La hipótesis atómica es la idea científica más importante para describir lo que nos rodea. Cuando asumimos que todo está constituido por átomos, de repente obtenemos una herramienta para razonar que apoya la explicación de infinidad de hechos que observamos a nuestro alrededor.
Ya dijimos que la teoría atómica explicaba el hecho de que el comportamiento físico de un objeto no es el mismo si cambia su escala. También explica de inmediato todas las reacciones químicas.
Al mezclar sustancias, a veces se producen cambios bruscos en su propiedades, y se absorbe o emite calor. Esos procesos que transforman unas sustancias en otras se llaman reacciones químicas, y no se explicaron bien hasta el siglo XIX.
En la Edad Media, los alquimistas estudiaron los componentes de la materia, y buscaron reglas que pusieran orden en multitud de fenómenos, pero no encontraron una explicación satisfactoria. Además en algunos casos rodearon sus trabajos de secretismo y superstición, de acuerdo con la falta de racionalismo que imperaba en la época. Contribuía a esta falta de claridad el hecho de que se buscaban resultados de gran valor, como transformar el plomo en oro con la llamada piedra filosofal.
El primer hombre que relacionó la hipótesis atómica con los resultados de las reacciones químicas fue el científico inglés John Dalton. Aunque la teoría atómica le fue inspirada por el comportamiento de los gases, esa idea fue confirmada por su Ley de las Proporciones Múltiples para las reacciones químicas.
Esta ley afirma que cuando dos elementos se combinan para originar distintos compuestos, dada una cantidad fija de uno de ellos, las diferentes cantidades del otro que se combinan con dicha cantidad fija para dar como producto los compuestos, están en relación de números enteros sencillos.
Por ejemplo, hay dos óxidos de cobre, el CuO y el Cu2O. El primer compuesto tiene 3,973 gramos de cobre por gramo de oxígeno, y el segundo 7,945 gramos de cobre por gramo de oxígeno. La primera cantidad es la mitad de la segunda, están en relación de 1:2. Es una consecuencia directa de que cada átomo de oxígeno se combina exactamente con 1 o 2 átomos de cobre.
Si en alguna de esas reacciones se añadiera mucho cobre se quedaría aparte, sin dar óxido de cobre. Si en vez de cobre se añade mucho oxígeno pasaría lo mismo, se quedaría sin combinar. Hay que combinar un número exacto de átomos de cada tipo para obtener alguno de los óxidos de cobre. Y siempre con las proporciones de peso de cada uno que hemos indicado antes.
Referencias: The Feynman Lectures on Physics, Wikipedia
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