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Las primeras

Mujeres universitarias

En 1872 María Elena Maseras Ribera consiguió la autorización del rey Amadeo I de Saboya para matricularse y asistir a las clases de la facultad de medicina de Barcelona. La autorización del rey, convertida en Real Orden, posibilitaba a las mujeres estudiar en la universidad. Hay que decir que en realidad no existía ley que prohibiese el acceso a la mujer a los estudios universitarios, quizá porque a nadie se le había pasado por la cabeza tal posibilidad.

La primera universitaria de nuestro país inició los estudios de medicina en 1872 y los terminó en el 78. En el 79 pidió permiso para hacer el examen de licenciatura. A pesar de que tuvo que esperar tres años para que se le concediese, lo consiguió en 1882, sacó un excelente. Sin embargo, las continuas trabas que se le fueron presentando en el camino la hicieron desistir de su idea de doctorarse, algo que si conseguirían Dolors Aleu Riera y Martina Castells Ballespí.

Las mujeres comenzaban a ser visibles en la universidad y quizá por ello y por los cambios que eso supondría, por el miedo, por la costumbre, por la rebeldía que ello podría provocar, en 1882 una real orden suspende la admisión de las Señoras a la Enseñanza Superior. En 1888, una nueva real orden dicta que las mujeres pueden ser  admitidas como alumnas de enseñanza privada. Si alguna solicitase matrícula oficial, primero debía pedir permiso al ministerio y después conseguir que todos los profesores firmasen su matrícula y se comprometiesen a garantizar el orden en el aula. Además, no se les permitiría sentarse con chicos y siempre tendrían que estar acompañadas por sus profesores.

La “revolución”

El 9 de marzo de 1910 salió publicada en la gaceta de Madrid la Real Orden del 8 de marzo de ese mismo año, que establecía la igualdad de matrícula, sin necesidad de consultar a la Superioridad, en enseñanza oficial o no oficial para las mujeres. La igualdad dio un paso más en septiembre de ese mismo año, cuando se les permitió presentarse a las oposiciones de colegio, instituto, universidad, biblioteca…

Hasta ese momento sólo habían podido matricularse 77 mujeres y sólo 36 de ellas se licenciaron.

Real Orden de 8 de marzo de 1910

«Ilmo. Sr: la Real orden de 11 de junio de 1888 dispone que las mujeres sean admitidas a los estudios dependientes de este Ministerio como alumnas de enseñanza privada, y que cuando alguna solicite matrícula oficial se consulte a la Superioridad para que ésta resuelva según el caso y las circunstancias de la interesada.

Considerando que estas consultas, si no implican limitación de derecho, por lo menos producen dificultades y retrasos de tramitación, cuando el sentido general de la legislación de Instrucción pública es no hacer distinción por razón de sexos, autorizando por igual la matrícula de alumnos y alumnas.

S.M. el Rey (q.D.g.) se ha servido disponer que se considere derogada la citada Real Orden de 1888, y que por los jefes de los Establecimientos docentes se concedan, sin necesidad de consultar a la Superioridad, las inscripciones de matrícula en enseñanza oficial o no oficial solicitadas por las mujeres, siempre que se ajusten a las condiciones y reglas establecidas para cada clase y grupo de estudios.

De Real Orden lo digo a V.I. para su conocimiento y demás efectos. Dios guarde á V.I. muchos años. Madrid, 8 de marzo de 1910.
ROMANONES.
Señor Subsecretario de este Ministerio.»

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