En el año 725, unos monjes benedictinos fundan cerca de la ciudad de Freising un monasterio que terminaría por convertirse en la fábrica de cerveza en funcionamiento más antigua del mundo. Hay evidencias escritas que demuestran que ya en el año 768 se cultivaba lúpulo, ingrediente fundamental en la elaboración de la cerveza. Fue en el 1040 cuando el abad del monasterio obtuvo de la ciudad de Freising el fuero para elaborar y servir cerveza; es así como nace la cervecería monástica de Weihenstephan. Durante los siglos XII y XIII los monjes producían una gama de tres cervezas diferentes: una ligera para los peregrinos, pedigüeños y sirvientes; una cerveza decente para los monjes, frailes y obreros; y una premium para el abad, los prelados y la gente importante de la ciudad. En 1516 el duque Guillermo IV de Bavaria dictó la Ley de la Pureza Bávara, que prohibía a los cerveceros el uso de otros ingredientes que no fueran cebada, lúpulo y agua, y así sentó las bases del éxito de dicha