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Jamón, jamón

Jamón

El cerdo ibérico forma parte de la gastronomía española desde tiempos remotos. Cuando los romanos llegaron a la península, ya se practicaba la salazón de lo que se denominaba cecina de cerdo y el producto se exportaba a otros lugares del Imperio. Prueba de la existencia de esta práctica es el jamón fosilizado de 2.000 años de antigüedad encontrado en los restos romanos de la antigua Tarragona.

Pero ¿por qué se cuelgan los jamones?

Uno de los motivos, quizá el principal, por los que se cuelga un jamón en un lugar seco y bien ventilado es para que cure adecuadamente y se despoje de la humedad y la grasa sobrante.

Sin embargo, colgar jamones en tiempos medievales tenía otras connotaciones distintas. Durante los siglos X-XIV, los cristianos comienzan a ser predominantes en los territorios conquistados y a instaurar sus costumbres. El 31 de marzo de 1492 los Reyes Católicos proclaman el edicto de expulsión de todos aquellos judíos que no se conviertan al cristianismo. Los judíos, perseguidos y temerosos, para esconder su religión comienzan a cocinar cerdo, a usar su manteca y a colgar jamones en lugares visibles en sus casas; tener un jamón colgado daba a entender que allí se comía cerdo y que por lo tanto sus residentes no eran judíos. Eso liberaba a sus propietarios de incómodas pesquisas por parte de la Inquisición.

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