Ni imaginar podía Tomas de Berlanga la importancia que iba a tener en el estudio de la evolución de las especies aquellas islas a las que llegó en 1535 llevado por la falta de vientos y las mareas. Es más, cuando informó de su descubrimiento al emperador Carlos V, las describió como islas sin encanto alguno, quizá por ello no se colonizaron.
Este conjunto de islas apareció por primera vez en un mapamundi con el nombre de las Galápagos en 1570. Es obvio que la tortuga gigante que allí habitaba y habita inspiró el nombre por el que las conocemos. Y es que el caparazón de estas tortugas se asemeja a la silla de montar inglesa que usaban las mujeres, y que en español era conocida por el término galápago.
Tras su descubrimiento y durante más de un siglo, los piratas convirtieron el archipiélago en lugar de refugio, descanso y aprovisionamiento (de hecho la primera carta de navegación de las islas la realizó el bucanero inglés William Cowley, quien también les dio nombre). Más tarde llegarían cazadores de ballenas y leones marinos y con ellos el peligro para la fauna del archipiélago. La caza constante de tortugas y otros animales acuáticos diezmó en mucho su población.
Pero las islas no sólo atrajeron a piratas y balleneros. La grandiosa biodiversidad de especies de flora y fauna endémicas, prácticamente intactas, y su aislamiento del continente también despertaron el interés de los científicos.
Alessandro Malaespina fue el primer estudioso en visitar las islas en 1790. Con todo, las islas permanecieron deshabitadas hasta que Patrick Watkins, un navegante irlandés, fue exiliado allí en 1807.
En 1835 llegó Charles Darwin, que permaneció 5 semanas en las islas. Durante este periodo observó, tomó muestras, estudió y experimentó con la fauna y flora del archipiélago. Todo ello le sirvió para formular y fundamentar la Teoría de la Evolución de las Especies en la Tierra.
Es curioso que las Galápagos no fuesen reclamadas oficialmente por nadie hasta 1832. El 12 de febrero de ese año, el Coronel ecuatoriano Ignacio Hernández toma posesión de las islas, las bautiza con el nombre de Archipiélago del Ecuador y les da nombres españoles, la mayoría relacionados con el descubrimiento de América. En 1892 el Archipiélago del Ecuador pasa a denominarse Archipiélago de Colón.
Desde julio de 1959 todas las áreas no colonizadas son Parque Nacional y desde 1978 Patrimonio de la Humanidad.
Islas sin encanto alguno: Entre otras cosas escribió de ellas: Las aves son tan bobas que no saben volar. No sabía de la existencia de los pingüinos.
Aislamiento: Las islas son el resultado de erupciones volcánicas y de una gran actividad tectónica. Emergieron a la superficie hace unos 4-5 millones de años. Algunas de ellas todavía están en formación; es decir, todavía se registra una alta actividad volcánica. En realidad es uno de los grupos volcánicos más activos del mundo
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