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Eguzkilora, la flor del Sol

La flor del Sol

Cuenta una leyenda que cuando los hombres comenzaron a poblar la Tierra reinaba la oscuridad total. Asustados y perseguidos por brujas, lamias y todo tipo de espíritus nocturnos, los hombres pidieron auxilio a Amalur (la Madre Tierra).

La Tierra andaba ocupada, y no hizo caso a su llamada. Sin embargo, la insistencia de los hombres fue tal que decidió ayudarles. Creó un ser luminoso para que nunca más sintieran miedo de la oscuridad y lo llamó Luna (Ilargi).

En un principio tanto hombres como monstruos sintieron miedo de la Luna pero con el tiempo se acostumbraron a su presencia. Envueltos en el mismo problema que al principio, los hombres de nuevo suplicaron socorro a Amalur. Así es cómo la Tierra hizo aparecer el Sol (Eguzki), un ser mucho más luminoso y potente que la Luna y así es cómo surgieron el día y la noche.

Los hombres rápido se aclimataron al nuevo ser. Su luz y calor hicieron crecer plantas y árboles y confortaban al hombre. Las criaturas de la noche, sin embargo, no pudieron adaptarse a la luminosidad del nuevo astro, pero seguían siendo los dueños de la oscuridad que reinaba tras el ocaso. Por ello, una vez más, el hombre recurrió a la Tierra y esta les regaló Eguzkilore. La flor del Sol representa y desempeña las mismas funciones del astro diurno por eso brujas, lamias y otras criaturas malignas al verla piensan que es el Sol y se retiran. Por eso este cardo silvestre, también llamado Carlina Angélica, se cuelga en las puertas de la casa, del caserío, para protegerla de los malos espíritus y las enfermedades.

La flor del Sol es una planta montañosa que florece dos veces al año y se puede ver en Europa Central y en el norte de España, principalmente en el País Vasco, de donde es esta leyenda.

Lamias: criaturas mitad hombres mitad bestias

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