En la película Tiburón, uno de sus protagonistas, Quint, siente una profunda aversión por los escualos. Según él mismo cuenta, este odio deriva de una trágica experiencia que vivió en la segunda guerra mundial: el hundimiento del crucero de guerra USS Indianápolis, donde prestaba servicio como marinero. Este relato, que parece parte del guion de la película, resulta que es absolutamente cierto.
En 1945, concretamente el 30 de julio, el USS Indianápolis fue alcanzado por dos de los 6 torpedos que le lanzó un submarino japonés mientras se dirigía a la isla de Guam. El barco con 1.196 almas se hundió en cuestión de 15 minutos. 300 de los citados tripulantes no pudieron escapar y perdieron la vida. Los otros 880 quedaron flotando en el mar, con apenas ropa, algunos sin ni siquiera salvavidas, expuestos al hambre, la sed, la insolación, las heridas y sobretodo a los tiburones durante días. El 2 de agosto, por casualidad, fueron divisados por un avión que hacía un vuelo de patrullaje de rutina y que inmediatamente comunicó la situación a la base. Desde allí se envió un hidroavión a observar.
Cuando el piloto se percató de la cantidad de tiburones que había en la zona atacando a los náufragos, amerizó contra orden y recogió a 56 hombres. A la llegada del destructor USS Cecil J. Doyle solo quedaban con vida 316. De las 564 bajas posteriores al hundimiento, más de 400 habían sido pasto de los tiburones.
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